¿Cuál es la mayor profundidad del océano conocida por el hombre?
¿Qué tanto se sabe de los abismos marinos? Por el momento, la máxima profundidad del océano sondeada por el hombre supera los 10.000 metros, una dimensión aún mayor que el Everest, la montaña más elevada de la Tierra, que se alza a más de 8.800 metros de altura sobre el nivel del mar…
El océano ocupa más del 70 % de la superficie de la Tierra y apenas se conoce un 5 %. «A pesar de nuestra dependencia del océano, el 95 % de este reino permanece inexplorado, sin ser visto por los ojos humanos«, sostiene la Oficina de Investigación y Exploración Oceánica de la NOAA, una rama dedicada a documentar e investigar zonas desconocidas y poco exploradas del océano.
Según datos publicados en la web de dicho organismo de EE.UU., el área más profunda del océano tiene casi 11.000 metros (36.200 pies – 10.924 metros aprox.) y se trata del Challenger Deep – o Abismo de Challenger-, en el extremo sur del océano Pacífico.
Es el punto más bajo de la fosa de las Marianas, una especie de gran cicatriz en el fondo del océano, con más de 2500 km de largo y casi 70 km de ancho, ubicada cerca de la isla de Guam, al este de Filipinas.
HMS Challenger y mediciones de la profundidad del océano a la distancia
Las profundidades de la fosa de las Marianas fueron sondeadas por primera vez en 1875, a través de la expedición HMS Challenger, una travesía científica de casi 70.000 millas alrededor del mundo, considerada la primera gran campaña oceanográfica a nivel mundial, realizada entre 1872 y 1876.
Además de registrar datos de salinidad, temperatura y densidad de las aguas, o de haber sido el primer buque con propulsión mecánica en cruzar el círculo polar ártico, la expedición británica descubrió – entre otras cosas- la fosa de las Marianas y la dorsal mesoatlántica (la existencia de una especie de «cordillera» bajo el océano Atlántico), mostrando un paneo más acercado de las cuencas océanicas y los abismos marinos.
Para acceder y explorar tal profundidad del océano, la tripulación utilizó pesas de plomo atadas con cuerdas largas. En total, el barco transportó 144 millas de cuerda. Este primer registro se situó en los 26.850 pies (más de 8.000 metros).
Varias décadas después, en 1951 otro buque también llamado HMS Challenger midió la zona con un rudimentario método de sonar, llegando a los 35.760 pies ( 10.900 metros).
A fines del 90′, la japonesa Kaiko – nave submarina no tripulada y operada a la distancia – se adentró en lo más remoto del océano.
En 2009 la Institución Oceanográfica Woods Hole completó la más profunda inmersión en vehículo no tripulado hacia el Challenger Deep, superando los 10.900 metros. Ese mismo año, el mapeo de sonar a bordo del RV Kilo Moana, operado por investigadores de la Universidad de Hawai, reportó unos 10.971 metros.
La más reciente medición se realizó en 2010 por parte del Center of Coastal and Ocean Mapping de los Estados Unidos, registrando la profundidad del Challenger Deep a 10.994 metros (36.070 pies) por debajo del nivel del mar.
La exploración de las remotas profundidades de los océanos por el hombre
El 26 de marzo de 2012 el cineasta James Cameron (director de Alien 2, Titanic o Avatar) descendió hasta el Challenger Deep a bordo del Deepsea Challenger, un moderno vehículo sumergible construido en Australia, logrando una inmersión solitaria e histórica de 2 horas hasta 35.756 pies (10.898 metros).
Pero mucho antes, el 23 de enero de 1960 se realizó la primera exploración del Challenger Deep por humanos, sin vehículos roboticos ni tecnologías remotas de ningún tipo.
Esta aventura sin precedentes fue protagonizada por experimentados hombres de los océanos: Don Walsh, oficial de la Armada de EE.UU., que dedicó medio siglo a la investigación océanica; Jacques Piccard, oceanógrafo e ingeniero suizo y encargado de diseñar el Trieste, batiscafo (pequeña nave subacuática de inmersión profunda) con la que viajaron a lo más hondo del océano.
La nave fue construida con la estrecha colaboración de su padre Auguste Piccard, un científico de Suiza y explorador de métodos de flotación, que increíble e irónicamente tenía el récord de vuelo en globo a mayor altitud a mediados de la década del 30′.
Por medio del Trieste, Don y Jacques bajaron hasta los 10.916 metros, la mayor profundidad del océano vista hasta entonces por el ojo humano, divisando los abismos del Challenger Deep tras un viaje de unas 5 horas y una estadía silenciosa de 20 minutos en el fondo del mar.
Incorporando conceptos de la flotación (y de la mano directa de un experto), para comenzar a ascender los exploradores descargaron 9 toneladas de perdigones de hierro y tanques con agua, regresando a las 3 horas hacia la superficie.