Guzmán Mendaro es la entrevista salvaje de julio
La entrevista salvaje de julio es con uno de los mejores guitarristas que ha dado el Uruguay: Guzmán Mendaro. Cuando ya era reconocido en el ambiente como un virtuoso del rock con la banda Hereford, persiguió una pasión y se transformó también en un brillante intérprete del tango, folclore y la milonga, junto al maestro Julio Cobelli. En 2012, recibió el llamado de Jaime Roos para formar parte de su banda, y en 2013 su carrera tuvo otro «latigazo impresionante» de popularidad con el dúo junto al cantante Alejandro Spuntone. Guzmán reconoce: «La música lo es todo para mí», mientras prepara un nuevo disco del que adelanta para Salvaje: «Es un disco de rock, vamos a grabar con banda y voy a volver a la guitarra eléctrica».
¿Cuál fue tu primera conexión con la guitarra?
La primera conexión con la guitarra fue cuando tenía 13 años, porque yo cantaba en un par de coros, y le pedí a mi vieja que me enseñe dos o tres acordes. Mi vieja tocaba la guitarra, mi padre y mi hermano mayor también. Entonces mi madre me pasó algunos acordes y empecé a sacar algunas cosas. Sobre todo estaba escuchando mucho a Bob Marley en ese momento.
¿Qué importancia tuvo el canto?
Y… fue como que lo hice para acompañarme, no quería tocar la guitarra solamente, quería tener un instrumento que me acompañe para poder cantar. Ese fue el motivo por el que me interesó la guitarra. Después empecé a escuchar otras músicas y le pedí a mi hermano mayor, a Juan Andrés (el “Coco”), que me enseñe más rudimentos de rock. Él ya estaba tocando y me enseñó las primeras cosas.
Mucha gente en el ambiente tiene solo presente tu trabajo como guitarrista…
La motivación de estar cantando trascendió los tiempos, porque es una de las actividades artísticas que más me gusta y más placer me da al hacerla. Tal vez me gusta igual o más que tocar la guitarra. Nunca hice voz lider, aunque en el último proyecto con Alejandro Spuntone en algunas partes paso a ser voz lider: Alejandro se abre y pasa a ser contracanto, eso pasa, sí.
¿Cómo seguiste mejorando en la guitarra?
Fue casi que por mi cuenta, porque en verdad mi hermano me alentó y fui a dos clases con un profesor, que después me pasó con otro, hice dos clases más y no me gustó mucho. A partir de ahí empecé a aprender solo. Había una serie de guitarristas con determinada estética que me gustaba rasparlos y abordarlos por mi cuenta. Fue así…
¿Eras de sacar muchos temas?
Los discos los sacaba enteros, como quien lee un libro. Imaginate que yo empecé a sacar cosas en la era del cassette, no había CD´s, entonces pasaba para atrás y para adelante… Con vinilos no llegué a sacar, escuchaba y saqué alguna cosa, pero la gran mayoría en cassette. Y después por el año 91/92 apareció el CD. Saqué muchos discos con ese método.
¿Con qué violeros te enroscaste?
Tocaba varios discos de Stevie Ray Vaughan, fue uno de los guitarristas que me marcó, al igual que Hendrix, Angus Young, Ritchie Black, Jimmy Page, Gilmour. Esos guitarristas me sacudieron. Stevie Ray Vaughan en especial: me acuerdo cuando escuché Texas Flood por primera vez y lo saqué entero en dos tardes, todos los piques, uno por uno.
¿Cómo hacías? ¿Los anotabas a medida que ibas sacando?
Era todo memoria, algunas cosas las anotaba sí, porque varios piques me servían más tarde para dar clases. Por ejemplo, hay un tema que se llama Mary Had a Little Lamb, que lo toca SRV en Texas Flood, que es super enseñable y revelador de cómo toca la guitarra, un tema juguetón que puede llegarle a los jóvenes, más allá de algún momento más virtuoso o hedonista.
Has dado clases de guitarra a muchas personas, ¿por qué empezaste?
A los 18 años, hubo dos o tres personas del barrio que me pidieron que les enseñara y eso produjo que me pusiera a aprender e investigar más cosas técnicas de la guitarra para poder enseñarles. En el momento en que me piden que enseñe, esto me genera un rechazo inicial, pensaba: “no, yo no puedo enseñar”. Entonces vino mi hermano mayor y me dijo: “¿Por qué no les enseñás? Los pibes te están pidiendo que les enseñes cómo tocás vos”.
¿De dónde estudiabas?
Iba a la biblioteca del Molino de Pérez, o a la de Nuestros Hijos, que quedaba abajo del Hotel Casino Carrasco, iba en bicicleta y pedía manuales de música y armonía y estudiaba de ahí. Cuando algún alumno tenía una inquietud que yo no tenía muy clara, le decía que la semana que viene se lo explicaba. Iba, estudiaba y después lo trasmitía.
Conocimientos grabados a fuego…
Sí, eso produjo que mucha información musical me quedara muy marcada, porque era algo lúdico, no era algo trabajoso.
¿Cuál fue la primera vez que tocaste en vivo?
La primera vez que toqué en vivo tenía 16 años y entre que tuve 16 y 18 años toqué en muchos lugares de la noche en Montevideo. Con gente más grande que yo. Estamos hablando del año 1992/93. Era diferente, habían muchas bandas de covers en la vuelta. Después de tocar con varias bandas, a los 19 años formé Hereford.
¿Qué recordás de esos comienzos con la banda?
Con la idea de hacer canciones propias, estuvimos un año entero ensayando sin tocar en vivo. El comienzo de la banda fue a raíz de un encuentro con el Chirola Martino (cantante) en un boliche, él me dijo: “Bo, Mendaro, ¿vos seguís tocando la guitarra?”, porque nos conocíamos del patio del liceo, él era un año mayor que yo. Igual que Rodri Trobo (baterista). Le dije que sí y me dijo de juntarnos, que tenía algunas canciones propias. Así, nos juntamos a tocar música que él me mostraba, yo le llevaba algo que había hecho y empezamos a hacer cancioncitas…
¿Este fue el origen del primer disco “Cuatro Estómagos”?
Sí, porque en una de esas juntadas me mostró “Perdición” y “Nena, te estoy esperando”… Al tiempo, el hermano del Chirola, que tocó la bata un tiempito, contactó a Franky Lampariello para el bajo, y luego se fue y entró Rodri en la batería. Ya en el 95 estábamos los cuatro tocando en una sala y armando canciones.
¿Hereford fue tu vida o tocabas otros estilos?
No, Hereford fue mi vida y mi proyecto fundamental. Porque se dio así por si solo. Todos teníamos la necesidad de pertenecer a una banda y de compartir las emociones. Tener una banda es alucinante. Hay músicos que son bichos de banda y otros no.
Historia de la guitarra de la foto: Guzmán declaró en 2016 al diario El Observador que «mi primera guitarra fue la que usé durante los 17 años que estuve en Hereford. Es una Ibanez ST100 del año 1978, que compré cuando tenía 16 años. Se la compré en 1993 a un vecino que tocaba conmigo, porque me gustaba la facha que tenía la guitarra. Me di cuenta del potencial que tenía el sonido, un sonido gordo que recuerda a las Gibson. Esa guitarra me definió también como guitarrista y es la que más me representa, dentro de todas las que tengo».
¿Cómo fueron creciendo? ¿Recordás algún golpe de popularidad?
Hubo algunos arañazos. Cuando sacamos el primer disco, hubo un tema (“Debiste pensar”) que solito se fue a la radio y rankeó en varios lugares. Casualmente, era el tema que le daba menos bola cuando lo grabamos. Y se fue solito a la radio. Ese tema se hizo sonar, pero poco ruido si lo comparás con algo “popular”. Cuando hacemos el segundo disco, “El verdugo de tus sueños”, Juanse, el vocalista de los Ratones Paranoicos canta con nosotros el tema “Perder”, otro tema que se hizo sonar bastante.
Entonces…¿cuándo llega el impacto masivo de Hereford?
El golpe popular fuerte de la banda llega con el tercer disco, “Documentado”, que es un disco grabado en vivo en el boliche Viejo Jack de Parque Miramar. Compuesto de 4 temas del primer disco, 4 temas del segundo, un cover de ACDC y dos temas a estrenar.
Contános la conexión con el mítico Viejo Jack de Parque Miramar…
El Viejo Jack empieza a funcionar por el año 1997, yo tenía 21 años. Había tocado de más chico mucho tiempo con el dueño, Marcel Forján. Entonces, cuando se arma el boliche, toqué durante un año y medio, antes de grabar el disco en vivo.
Volvamos a los dos temas a estrenar del “Documentado”…
Los temas a estrenar eran “Turbulencia” y “Bienvenida al show”, esta última fue un latigazo de verdad. El tema se fue solo al Uruguay entero. Nos empezaron a llamar de todo el país para tocar. Representó tocar en nuevos lugares y acceder a los festivales grandes. Tocábamos 8 o 10 temas del repertorio y cuando llegaba “Bienvenida al show” explotaba todo. Mirá lo que te da una canción…
En los años 2000 el rock nacional vivió un auge muy fuerte…
Sí, No Te Va Gustar saca su primer disco por ahí, con el hit “No era cierto”, La Vela saca el tema “El Viejo”, por el 2001, en el disco “De bichos y flores”…
¿Había amistad entre las bandas?
Nos conocíamos entre todos, capaz que no personalmente, pero sabíamos quiénes éramos ya en ese momento. Con algunos músicos tenés más contacto que otros, pero ya nos contemplábamos todos. Era una generación que hoy está entre los treinta y largos y los 45 años. Fue una generación muy prolífica, había muchos pibes del Uruguay con ganas de hacer canciones, tener una banda y proyectarse de esa manera. El público estaba sensible y permeable también a la música.
¿Llegaron a tocar fuera del país con Hereford?
Sí, tocamos mucho en Argentina, en Chile y en Paraguay. Tocamos en un festival en Miami también.
Por la época en que estaban grabando el disco “La corona del rey” (2003) te empezó a tirar el tango y el folclore…¿cómo te interesaste por esta música?
Cada vez sentía más atracción por esa música, tenía 26 años y un día me compré un disco de Edmundo Rivero y se lo mostré a mi viejo, y me dijo que eso era lo que escuchaba con él cuando era niño. Mi viejo es fanático de Edmundo Rivero. En mi niñez escuché eso: todas las milongas lunfardas de Rivero. Entonces esa sensación que me daba escuchar el tango y la milonga me hicieron ir a tocarle la puerta a Julio Cobelli.
Fuiste, te presentaste, ¿qué le dijiste?
Ya lo conocía a Julio de unos años antes. Fue en el año 2004, y le dije que quería aprender a tocar el tango. Y me dijo: “Si, claro. Venite los martes”. Y empecé todos los martes de noche, aunque fueron solamente 4, porque Julio me empezó a decir para que toque con él. Entonces pasé de aprender de la forma curricular con él, a aprender de tocar con él en vivo.
¿Qué aprendiste?
Aprendí el lenguaje, de cómo tocar en un cuarteto de guitarras, cómo se orquestan un guitarrón y tres guitarras, o trío de guitarras, o dúo. Cómo aprovechás cada situación.
¿Qué significó para vos empezar a tocar ese estilo cuando todo el mundo te vinculaba a la guitarra rock?
Lo que hice fue seguir una pasión, perseguir una pasión. Yo tocaba esta música en mi casa, pero Julio me empezó a decir para tocar en vivo. Y me convenció. Tocar en vivo asienta mucho la forma de tocar. Una vuelta Fernando Cabrera me decía que un toque en vivo es como si fueran 20 ensayos, porque te fortalece rápidamente. Tenés la responsabilidad de rendir y hacerlo bien adelante de la gente. Ni me cuestioné qué iba a pensar la gente que me tenía de tocar la guitarra eléctrica…
No, no, pero para vos como músico… ¿te trajo nuevas alegrías?
Me trajo muchas alegrías, pero también presiones nuevas, porque yo ya había trascendido tocando la guitarra eléctrica y tocaba de forma suelta. Y pasé de nuevo a la tensión de hacer algo nuevo en vivo.
¿En qué otros proyectos formaste parte en esa época?
Grabamos un disco con Francis Andreu, que sale editado en 2010, en ese año también grabé las guitarras en el disco “El zoológico en mi cabeza” de Tabaré Cardozo. Y nació mi primer hijo en noviembre. Un año muy prolífico.
¿Y cuándo fue que te llamó Jaime Roos?
En 2012 se termina Hereford, sacamos el DVD 15 años, una recopilación de nuestra carrera y nos separamos. Para fines de 2011, Jaime me llamó para tocar cuatro fechas en las que Nicolás Ibarburu no podía y fui de suplente. Ya en 2012 me llamó para ser parte de la banda.
¿Ya sabías sus canciones?
Ya había sacado varias, además de que las canciones de Jaime son parte de nuestro cancionero, de nuestro tesoro musical como uruguayos. Más allá de eso, tenés que sacar el detalle del arreglo en guitarra diseñado para cada canción. Cuando toqué con Nicolás en la banda, tuvimos que re diseñar un poco las guitarras eléctricas para armonizar en algunos lugares, y tocamos en el ciclo que se llamó “Tres millones”, con un repertorio nuevo. Buenísimo. Cuando Hereford se separa, yo ya estaba tocando en este ciclo que estuvo todo el 2012. En 2012, también sacamos el segundo disco con Francis, grabado en el Teatro Solís.
En 2013 empezás a trabajar junto con Alejandro Spuntone en lo que sería a la postre un nuevo amanecer en tu carrera…
En 2013, pensaba que iba a pasar tocando con Francis y con Jaime, pero me llamó Ale Spuntone para hacer un ciclo en el boliche Hendrix. Nos filman unos videitos, se hacen virales y despierta el interés de Bizarro. Así es que nos graban en vivo y en noviembre se edita “Estado natural”, de Spuntone/Mendaro. Pensaba que iba a ser algo tranqui, pero fue otro latigazo impresionante. El disco sale y en pocos días se transforma en disco de oro. Esto habla de que en tiempos de música digital, este fue un proyecto querido por la gente, que demostró un sentido de pertenencia con la música.
Difícil que te compren discos con todo servido en bandeja desde las plataformas digitales…
Vos antes entrabas a la casa de un amigo, o de una persona desconocida y por los discos que tenía te dabas cuenta más o menos del perfil. Hoy en día esto pasa por los playlist que cada uno escucha. Comprar un disco es un gesto de afecto. A medida que seguimos tocando con Ale se generó mucha empatía y, al presentar el segundo disco, ya tocamos en varios teatros y el proyecto creció muchísimo.
Llenaron dos veces el Teatro Solís, ¿por qué pensás que la gente se prendió tanto con este dúo?
Hubo algo desde el vamos, en la elección de temas, elegimos canciones uruguayas, adaptadas al formato. Lo usamos para tocar juntos, para cantar en la casa de Ale. Fue elegido con mucho amor, mucho respeto y las versiones se hicieron así. Fue un repertorio frontera para empezar un proyecto juntos. El mismo trayecto nos hizo amigos, porque nos hicimos amigos tocando. Éramos colegas, pero ahora somos amigos.
¿Qué podés adelantar del próximo disco?
Es de canciones originales, tiene una gran cantidad de canciones nuestras, 8 temas nuestros y otras 3 son de amigos que quieren que estrenemos temas de ellos en nuestro disco. Es un disco de rock, vamos a grabar con banda y voy a volver a la guitarra eléctrica. Hasta ahora no tenía un motivo para volver a la guitarra eléctrica. Desde que dejé de tocar con Hereford no tenía una plataforma y un canal para tocar las canciones de esa manera.
¿Qué espera el público de los artistas nacionales?
Hoy en día se espera que el artista proponga, la gente está predispuesta a escuchar artistas locales haciendo música local. Hay buenas producciones nacionales. El empuje que viene desde los 60´s con Dino, Moonlight, Mateo, Rada. Despúes los 70´s con Psiglo, el Kinto, más tarde el Canto Popular, Alfredo Zitarrosa, la milonga durante la dictadura y luego el rock post-dictadura: Los Estómagos, Traidores, Zero. Todos los artistas buscando un lugar y empujando. A principios de los 90 Níquel, el Cuarteto (que saca un discazo “Otra navidad en las trincheras”) y el Peyote Asesino, La Trampa, Trotsky, Los Buitres. Ya por el año 95, surge una nueva camada de la que formamos parte con Hereford, La Vela, NTVG. Más allá de los gustos, el Uruguay se identifica con su música.
¿Algún violero que te gustaría ver en vivo?
Me gustaría ver a Mark Knofler en vivo. Es un guitarrista exquisito y me lo perdí cuando vino a tocar a Uruguay.
¿Qué guitarristas son tus preferidos de Uruguay?
En lo que es la guitarra criolla, tango y milonga: Julio Cobelli, una bestia, un crac. Nicolás Ibarburu es un tipo diferente para tocar la guitarra eléctrica, otro guitarrista exquisito, un clase A del mundo. El Bambino Coniberti de NTVG me gusta mucho como toca.
¿A nivel internacional?
Keith Richards me recontra influenció, y aprendí mucho de su forma de tocar la guitarra. Porque yo no soy un guitarrista que me caracterizo por ser lead y tocar los punteos. De hecho, en Spuntone/Mendaro soy un acompañador.
¿Qué les dirías a tus hijos acerca del rol de la música en tu vida?
A mis hijos les diría que la música en mi vida lo es todo: me levanto, enseño, ensayo, voy a grabar, toco en vivo. Ellos van a verme tocar y me causa gracia que mi hijo mayor, Manuel, diga, “fuimos a ver a papá porque fue a trabajar” y se lo toma natural. Es alucinante, es así, la vida de su papá.
Un saludo final que quieras dejar:
Quiero agradecerte a vos por la nota, por el espacio y por acordarte siempre. Y contarles que para mí la música es mi vida. A veces doy 5 o 6 horas clase, o grabo durante varias horas en el estudio y cuando llego a casa en mis ratos libres, ¡toco la guitarra! Es la parte lúdica, ¿entendés? Es todo para mí.