23 Nov, 2024
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Pablo Cuevas es la entrevista Salvaje de octubre

 

Esta entrevista es el resultado de una charla muy interesante que se dio en un ambiente único, con la pequeña Antonia recién nacida, con Alfon dando vueltas y reclamando a su papá, y Clari ayudando para que pudiéramos terminar, además de participar en el ping pong final…47 minutos para conocer detalles de sus inicios en el tenis, la lucha para meterse entre los 20 mejores del mundo, hasta vislumbrar el futuro, cuando sea tiempo de alejarse del circuito ATP. Es el mejor tenista de la historia de Uruguay. Es surfista. Y pescador. Padre de dos. Gracias por recibir a Salvaje en tu casa con la familia. Con ustedes, un imperdible Pablo Cuevas.

 

Pablo Cuevas alcanzó su mejor ranking en singles, el puesto 19° en el ranking ATP, el 15 de agosto de 2016. Actualmente, se ubica en el puesto 32°. A nivel dobles se ubica 26°.

 

Los números de Pablo Cuevas (Fuente: ATP)

1er tenista en hacer historia, al ganar tres títulos consecutivos de singles en el ATP de San Pablo.
1°, en ganar un título ATP en singles para Uruguay (Bastad, 13 de julio de 2014) luego del conseguido por Marcelo Filippini (St. Poelten, mayo de 1997).
1er sudamericano en ganar un título de Grand Slam en dobles en la Era Abierta (junto al peruano Horna), cuando conquistaron Roland Garros en 2008.
19°,
su mejor ranking en singles de ATP, el 15 de agosto de 2016. Logró 6 títulos ATP.
14°,
su mejor ranking en dobles, el 20 de abril de 2009. Logró 8 títulos ATP.
2, sus hijas y las fundaciones que reciben su apoyo en Uruguay:  Fundación Corazoncitos y Fundación Tenis Uruguay.
191, la cantidad de puestos que trepó en su gran regreso, (luego de superar dos cirugías en la rodilla derecha) en 2014, temporada en la que finalizó 30° en el ranking ATP.
22°, el puesto que lo llevó a ser el mejor tenista latinoamericano en el ranking ATP de 2016.
2004, año en que se volvió profesional.
31, su edad actual.

 

La familia Cuevas a pleno: Pablo, Alfon, Antonia y Clari. Foto: Salvaje/Pablo Cuevas

 

¿Quién te llevó a jugar al tenis?

Arranqué a los seis años, cuando era el boom del paddle. Mis viejos estaban todo el día en el club Remeros de Salto y las canchas de paddle era imposible usarlas, entonces a los más chicos no nos quedaba otra que arrancar con una paleta para las canchas de tenis. Era de esos que estaba todo el día en el club, haciendo todo tipo de deportes. Mi vieja es contadora, y en aquel momento uno de sus clientes era profesor de tenis, y así arranqué las clases con Fideo (Guillermo Bonseller), fue mi primer profe.

¿Cómo siguió la historia?

A los ocho años empecé con Felipe Masció. Felipe fue el que me llevó a jugar el circuito nacional de tenis, a los doce años. Empecé a venir a Montevideo, viajábamos con él. A los quince años me fui a vivir a Santa Lucía del Este. Estuve casi un año y medio viviendo con Felipe y la mujer. Él fue el que me formó hasta los 17 años que me fui a Buenos Aires.

Santa Lucía del Este tiene olas…

Sí, ahi fue donde arranqué con el surf. Felipe tenía una tabla y muy de vez en cuando pintaban unas olitas divinas muy fáciles, que arrancaban en Corralitos y terminaban en la playa abajo. Entre la pesca y el surfing, cuando había olas el surfing era la prioridad y sino metíamos mucha pesca.

¿Y dónde entrenaban tenis?

Entrenábamos en el club de La Floresta y después en el country de Atlántida y también veníamos dos o tres veces por semana a Montevideo.

Esto es algo sorprendente, ¿a esa edad esta vida era un sacrificio muy grande para vos?

A esa edad, si me pongo a pensar desde ahora es como decir: “Pa, no se si haría eso de nuevo”, hablo de estar metido con 15 o 16 años en Santa Lucía del Este, no iba a un cumpleaños de 15, era un bicho viviendo a puro tenis, pesca y surf. No se si eligiría eso de nuevo ahora, pero en aquel momento no era un sacrificio, era lo que me gustaba y conocía y lo disfrutaba a full.

 

Surf en Punta del Este, lugar en el que le gustaría vivir con su familia. Foto: Juan Pablo Malcon

 

¿Qué ídolos tenías en aquellos tiempos?

Filippini ya no estaba jugando. Estaba la famosa legión argentina en la que estaba Gaudio, Zabaleta, un montón más, algún chileno, ecuatoriano, peruano, y estaba Guga Kuerten, que era al que más admiraba junto a Gastón Gaudio.

Es poco común que un chiquilín en Uruguay decida por el tenis, ¿cómo se dio en tu caso?

A los doce años hacía todos los deportes. Los fines de semana coincidían las competencias de natación, canotaje y tenis. Como buen competidor no me quería quedar atrás en ninguno de los rankings. Mis compañeros de canotaje no se planteaban seguir una carrera en ese deporte, ni en la natación. Y yo vi que con el tenis podías vivir jugando al tenis de grande y empecé a elegir el tenis para competir. Mis viejos me dieron el permiso clave de irme a Santa Lucía, se la jugaron. Dejé el colegio, que me faltó quinto y sexto, después intenté a los 17 volver a estudiar en el Zorrilla de noche, pero fue un fracaso, fui tres meses y abandoné. Ya tenía viajes, competencias y los horarios fueron imposibles.

Seguramente el camino no fue nada fácil…

En un momento no lo vi nada fácil, fue cuando me volví de Santa Lucía del Este. Estaba esperando un apoyo del Ministerio de Deporte, que no terminó saliendo y se me hacía muy cuesta arriba. La transición de Junior a Pro, en la cual necesitás hacer una inversión más grande, porque tenés viajes con un entrenador, y mi familia en ese momento no me la podía bancar.

¿Paraste de jugar en algún momento?

Estuve seis meses sin jugar. Me entrenaba, pero sabía que tenía que irme a Europa y no lo podía hacer. Era frustrante entrenar sin poder competir. Estuve tres meses que dejé de jugar. Un historia muy loca, porque me volví a Salto a estudiar, tenía 17 años y entonces el lunes que empezaba el liceo me llama Filippini, que era el capitán de Copa Davis de Uruguay, para decirme que estaba entre los 6 o 5 posibles para jugar la Davis y que me viniera a Montevideo a entrenar. Lo pensé un poco, porque hacía varios meses que no jugaba al tenis. Termino viniendo, entreno con el equipo, no quedo para jugar y me vuelvo a Salto, ya faltando dos semanas a clases, las dos primeras. Estuve un mes y me dije no “esto no es para mí, de alguna forma voy a jugar al tenis”.

Momento bisagra en la vida…

Sí. Me fui a Mendoza a jugar un torneo, luego de tres meses sin jugar, perdí, me fui a Buenos Aires a entrenarme mucho, y al torneo siguiente gané una pre qualy que eran cinco partidos, después una qualy, que eran tres partidos más (van 8 partidos en fila) y ahí conozco a un tipo que era el presidente de Temperley Lawn Tenis. A través de él, llego a un grupo de inversores que me acompañaron por 10 años, invirtieron guita en mí para poder viajar con un equipo adecuado. Ahí me di cuenta de que eso era lo que quería. Volver al liceo me impulsó a jugar al tenis, aunque al principio los resultados no se dieron, sabía que eso era lo que quería.

 

Pablo Cuevas y su entrega total por el tenis.

 

¿Alguna anécdota que te marcó para tomar fuerza?

En la qualy que te contaba, el último partido se lo gané a un tipo que había estado entre los 100 del ATP, en ese momento estaba más atrás en el ranking porque estaba en la qualy, pero se acercó al final y me invitó a jugar Interclubes para su club, eso me marcó porque fue corroborar un poquito lo que yo creía, de que podía jugar mejor. Pero el tenis es muy ingrato, porque a las dos semanas te toca perder contra uno que viene peor que vos y te entran esas dudas: ¿soy bueno o soy malo? ¿Sirvo o no para esto?

Claro…

Me acuerdo también cuando fui a la casa de Kiko, las primeras semanas me dejaba dormir toda la mañana, y me entrenaba solo dos horas por la tarde, esa era toda mi vida a los 18 años. Al principio decía “este loco es un fenómeno”, pero las dos semanas empecé a ver que algo no estaba bien. Yo dejé el colegio y con los que entrenaba de tarde iban todos al colegio. ¿Por qué lo dejé? Hablé con él y con los inversores y empecé a entrenarme a doble turno, me enseñó un montón de cosas, era una persona que leía muy bien el tenis. Uno de los traumas que uno tiene cuando empieza a jugar profesional es que no tenés puntos de ATP, te toca contra un 500 o 700 y lo ves como Federer. Kiko me decía: “El 500 es una línea de bondi que te deja en tal lugar. Olvidate del número y jugá”. Eso me daba confianza y me hacía olvidarme de quién tenía en frente.

¿Cómo seguiste creciendo en nivel?

Después sentí que tenía que seguir adelante, en otro lado donde pudiera crecer y entrenar más, con otra estructura de trabajo. Fui pasando por varias academias en Argentina y seguí con entrenadores hasta el día de hoy, siempre creo que estuve en buenos lugares, y pude darme cuenta cuando cumplía un ciclo en cada lado y moverme.

Un tenista tiene que tener una batería de golpes muy importante para jugar a tu nivel. ¿Cómo fuiste armando tus golpes, y en especial tu revés a una mano, considerado uno de los mejores del circuito ATP?

Con Felipe, me fue puliendo en todos los golpes que tengo hoy. El me los enseñó y trabajé mucho mi técnica. Con cada entrenador que tuve fui mejorando, pero el estilo ya estaba. Vos ves a un guacho surfar a los 13 años y lo ves a los 18 y si comparás un video seguramente mejoró, pero el estilo lo mantiene, es muy difícil que haga un cambio radical, la manito la va a seguir poniendo así. Felipe me enseñó todo mi juego, la transferencia del peso del cuerpo a la pelota, el saque, el kick lo aprendí con Felipe y es un saque que me da muchos puntos. Luego fui puliendo aspectos mentales, detalles técnicos de la movilidad de algún golpe. Pero la base la tenía de esa época con Felipe.

¿Qué lugar ocupa la suerte a la hora de jugar?

Soy un tipo que no le pongo mucho porcentaje a la suerte, creo que a la suerte hay que buscarla, hay que moverse y ahí la suerte puede influir muy poquito en la carrera de un tenista o en un partido, muy poquito.

¿Qué rol aportó tu familia en todo este proceso de convertirte en jugador? ¿Siempre te apoyaron, o en algún momento te enfrentaron y dijeron “basta Pablo, dejate de joder”?

Creo que tuve la suerte de que mis viejos fueron muy liberales, porque no es fácil con 14 años decirles que te vas de tu casa a jugar al tenis y abandonás los estudios y que te dejen hacer eso que querés hacer. Y en ese sentido fue una ayuda enorme, porque a más de uno de los que entrenaba conmigo seguro le entusiasmaba la idea, pero ni se lo planteaban a sus padres porque sabían que iba a venir el NO. Ellos confiaban en mi y no me querían cortar mi ilusión y mi sueño. Me ayudaron en toda mi carrera, por suerte siempre fui subiendo escalones, no tuve un momento en mi carrera donde me haya estancado mucho, entonces eso ayudó a que me sigan dando para adelante. Igual, uno a veces tiene esos momentos como los que vos decís y a mi me pasó con mi viejo que lo recuerdo hasta el día de hoy, me agarró y me dijo que era un haragán, que nunca iba a llegar a nada (se ríe)…

Fuerte…

Sí, eso me quedó grabado…como si fuera el día de hoy, comiendo un asado…Después de un tiempo, cuando me metí entre los 100 mejores viajó a Europa conmigo para acompañarme, siempre se lo recuerdo jodiendo en alguna comida y se ríe y nunca me dice nada del tema. Siempre me apoyaron mucho, y en especial cuando tuve mi lesión en la rodilla. Siempre estuvieron.

 

Un tiro que recorrió el mundo, Cuevas dio vuelta el partido de cuartos de final del Masters 1000 2017 en Madrid frente a Zverev, en el camino entregó esta joya:

 

 


¿Se pueden sacar más tenistas de tu nivel en Uruguay? ¿Qué harías vos para acercar el tenis al pueblo, por decirlo de alguna manera, para que ocupe un lugar más importante en el deporte nacional?

Es una linda pregunta y compleja de contestar. No es fácil. Y se hace mucho más difícil si no hay un programa. El tenis para mi dejó de ser un deporte de élite, de todos mis colegas de Argentina ninguno viene de una familia de mucha plata, más bien de clases medias, medias-medias, medias-altas y varios de clase baja. Te subís a un subte, a un tren o a un bondi y hay guachos con el raquetero, con la ilusión intacta, lo mismo que puede pasar con el fútbol en Uruguay. En Argentina, levantás una piedra y salen jugadores de tenis. Acá estamos atrasados en tener esa idea de que el tenis es de élite, de que es mucho más difícil de lo que realmente es. Siempre digo que con una raqueta y otro que juegue ya está, no necesitás juntar 22 tipos, y hay canchas públicas como las del Parque Rodó, en Euskalerria tambipen hay canchas, yo fui a jugar. No es muy difícil empezar a jugar al tenis. Es cierto que llega un momento, el de la inserción al profesionalismo a eso de los 16 años, en que si te va bien y tenés que viajar se pone muy costoso. Pero si venís con condiciones, de alguna manera se le puede buscar la vuelta. En Argentina hay muchos grupos inversores que te pueden apoyar. Si tenés condiciones y despertás el entusiasmo, eso se puede conseguir.

¿Y el papel de los clubes?

Los clubes, por otro lado, es como que les gustaría sacar buenos jugadores de tenis, pero no hacen mucha cosa como para lograrlo. Prefieren dedicarse a la parte social. Es cierto que la parte competitiva está relegada y de alguna manera no es tan compatible con la parte social. Porque si vos metés en el gimnasio de un club a las 5 de la tarde, que es la hora del plantel de entrenamiento, con la hora que va la gente al gimnasio se arma un problema, entonces los clubes no les gusta. Al socio no le gusta compartir el lugar con alguien que está entrenando y el socio busca un gimnasio “social”.

¿Y los profes?

En muchos casos, los profesores no están incentivados por el club y no terminan de incentivar a los más chicos la idea de jugar al tenis profesional. Ya de entrada les dicen que es muy difícil y se quedan en esa idea y, obviamente, los padres reciben esa información. Y entonces, a pesar de que el hijo tenga muy buenas condiciones, tampoco lo ilusionan mucho, lo van frenando. Hay que sacar la película del no se puede y de que el tenis es un deporte difícil.

Sentís que se debe hacer más fuerza en la parte competitiva…

Sí. En muchos lugares los chicos van como a una colonia de vacaciones, no les enseñan a jugar de verdad al tenis, se lo toman como una estación más del día, una actividad más. Eso está bien cuando tienen 8 años, pero ya cuando tienen 14, me parece que además del grupo que lo hace por diversión, tendría que haber como en Argentina (yo lo veo porque me entreno mucho ahí), un proyecto y un entusiasmo de parte de los profesores, que se invloucran para que alguien juegue bien. Los clubes tienen que sumar academias que, además de lo social, tengan la faceta competitiva también. También un plan de la Asociación de Tenis, para que no sean casos milagrosos, que cada quince años llega uno como por arte de magia y se mete a jugar. Hay que armar un circuito nacional competitivo. Es un poco culpa de todos.

 

En un lugar con muy buenas olas.

 

Ahora no tenés tiempo para involucrarte en este tema, porque seguís con tu carrera profesional pero, ¿te gustaría en un futuro, te pasa por la cabeza trasmitir lo que vos viviste para generar nuevos jugadores?

Me gusta mucho lo que hago, y me gustaría el día de mañana volcar toda esta experiencia. Todavía no tengo muy claro cómo lo haría. Pero no descarto para nada armarme una academia de tenis en la cual intentaré no cometer los errores que te comentaba antes. Está muy poco explotada la posibilidad de enseñarle a los padres, de que mandando a un hijo a tenis y de que alcance un nivel bueno, bueno pero no magnífico, se pueden ganar becas del 100% en Estados Unidos en universidades de primer nivel.

Contame un poco más del tema de las becas…

A los 18 años te vas con una beca total a Estados Unidos, a los 22 te recibiste, lo cual ni bien te recibiste salís a jugar el tour profesional. Entrenás tres horas diarias, tuviste competencia fuerte, porque en ese país han salido varios pro de las universidades, entonces después jugás hasta los 24, si no te fue bien, tenés el título para trabajar de lo que estudiaste. Distinto es si abandonaste los estudios a los 18 para jugar tenis, así y todo el tenis te abre un montón de contactos para emprendimientos deportivos. También está la posibilidad de jugar los Interclubes en Europa, ir a trabajar a otros lugares del mundo. Creo que hay un abanico de posibilidades que la gente en general no conoce y sienten que si no sos el uno del mundo no sirve para nada el tenis.

Me llama mucho la atención la soledad del tenista adentro de la cancha, no te dejan dialogar con el entrenador, ¿qué claves encontraste a lo largo del tiempo para hacerte fuerte en el aspecto sicológico?

Es un deporte 100% mental. Es uno de los únicos deportes en el cual tenés al entrenador al lado y no tiene permitido hablarte. Ni una indicación. Hay un montón de jugadores que le pegan muy bien a la pelota, que están muy bien desde lo físico y sin embargo termina ganando el que mejor compite. Se trata de la confianza, concentración y madurez que uno tenga. Tenés que sentirte ganador adentro de la cancha, tener tranquilidad y agresividad en los momentos claves del partido. El partido no se gana solo adentro de la cancha, ya lo estás jugando en el día previo, en ir ordenándote con las rutinas, las comidas, los descansos, para sentirte confiado en lo que tenés que hacer.

¿Cómo es tu equipo de trabajo?

Viajo todo el tiempo con mi kinesiólogo y con mi entrenador. Esas dos personas están siempre, algunas semanas le sumo el preparador físico, siempre que estoy acá en Uruguay trabajo con él. Cada tanto viajo con el sicólogo, pero más bien estoy en contacto por teléfono. También hay un nutricionista. Tengo dos entrenadores: Luli (Alberto Mancini) es uno y el otro es Facu Savio, voy alternando bastante con ellos.

¿Se les pide exclusividad?

90% de los casos sí, se les pide o está implícito, porque para el entrenador y el jugador es mejor. Es un deporte súper individualista y egoísta, en el que no estás acostumbrado a compartir por el hecho de que hoy estamos acá y mañana podemos enfrentarnos en otro torneo, hay grandes chances que te toque contra un mismo jugador dos o tres veces en el año. Y no está bueno compartir eso. De todas maneras, soy super abierto en eso y de hecho he compartido cuando entrenaba con Daniel Orsanik, compartí con Chucho Acasuso y para mí soy de los que piensa que hasta dos está bien a nivel profesional. Cuando sos más chico compartir está bien porque te disminuye los gastos a la mitad y siempre está bueno porque tenés otros para entrenar. El tenis tiene algo especial, este no es un deporte por tiempo, te medís con el que está del otro lado de la red, entonces me parece interesante tener compañeros de entrenamiento para la convivencia. Esto cuando era chico me ayudó. Hoy en día querés tener más prioridades, con el tema de los horarios.

 

Mirá cómo le pega a la pelota Pablo en cámara lenta:

 

 

Hace un par de años estuve charlando con Bebe Pérez Cassarino, le conté que te conocía y me dijo que veía tu regreso al máximo nivel después de las operaciones de rodilla como algo milagroso, porque empezaste a ganar títulos luego de tener los peores pronósticos. ¿Cómo viviste esa etapa de la cual saliste fortalecido?

Fue muy duro, al principio había bastante incertidumbre porque no se sabía lo que tenía. Después del día que me dijeron que me tenía que operar, eran 8 o 9 meses de recuperación. La carrera de un tenista es corta y eso es mucho tiempo. Es eterno. A los 4 o 5 meses de operado, el médico me dice que lamentablemente no había funcionado lo que había hecho, que tenía que repetir un procedimiento similar. Esto significaba un año más afuera. Fue un bajón tremendo, pero por lo menos se sabía lo que había que hacer. Me querían convencer de que eso iba a andar bien. Fue difícil.

Hubo una persona, Manuel “el Mago” Aguerre que cumplió un papel importante para tu vuelta…

Cuando ya iba un año y medio entre las dos operaciones, todavía estaba con bastante dolor y conocí al Mago y a partir de ahí empecé a evolucionar un montón, me ayudó muchísimo él, hasta el día de hoy sigo trabajando. Fue una alegría enorme empezar a disfrutar mi regreso, con todo lo que implicó: competencia, viajes, empecé a disfrutar el tenis como nunca.

¿Estar afuera te ayudó a juntar ganas para volver?

En esos dos años afuera, fui a ver el ATP de Buenos Aires y no me acuerdo qué partido era, pero uno de los jugadores no le estaba poniendo nada de ganas y pensaba “pensar que yo esto lo he hecho más de una vez, ¿cómo puedo ser tan boludo de no poder disfrutarlo y competir si es lo que más me gusta? ¿Cómo la frustración me puede ganar y no dejarme dar el máximo de mí durante el partido? Y a partir de ahí, cuando logré volver, empecé a competir de otra manera, disfrutarlo, a tener otra atención, a eliminar las dudas adentro de la cancha y las calenturas. Entender que estaba dando lo máximo y si algo no salía, a tomármelo con más naturalidad, más tranquilidad y buscarle la vuelta de alguna manera. Y saber que el otro también podía llegar a entender que tenía problemas y a partir de ahí empezaron a venir mucho mejores resultados.

 

Ser padre de Alfon fue algo que lo hizo «madurar muy rápido» y coincidió con la llegada de los títulos, y la consolidación como tenista de élite ATP.

 

También te convertiste en papá de Alfon…

Me cambió todo de golpe, ser padre me hizo madurar muy rápido. En esos dos años hubo muchos cambios en mi vida, de estar dos años afuera y verlo todo con otros ojos, a competir de nuevo en buen nivel. Desde el primer día hasta el último de la recuperación, cumplí al pie de la letra con el descanso, alimentación, ejercicios. Al volver, la sensación era de que estaba “de regalo” y podía disfrutar mucho más, esto me liberó de tensiones. “Vamos a disfrutar de esto y a no enojarnos”, y así fue hasta el día de hoy.

Igual te seguís enojando con los jueces cada tanto…

Al tiempo te olvidás (se ríe) un poquito de lo que pasaste, sobre todo adentro de la cancha y volvés un poco a los diablos que uno tiene.

¿Qué es lo que te saca de un juez, qué no vea un pique, que sean soberbios?

Es la actitud, obvio. A veces son personajes. Y hay momentos en que hay errores obvios y en vez de decirte “sí, probablemente me haya equivocado”, no te admiten algo que es obvio y que vos sabés que te están mintiendo y te quieren convencer de una mentira de él o de la manera en que te lo dicen.

 

«Bajá de la silla, juez»: Pablo le pide explicaciones al juez, luego de un pique que pareció fuera, en la semifinal del Mutua Madrid Open 2017. Fue su primera semifinal en categoría Master 1000, en la cual cayó frente a Dominic Thiem, por cifras de 4-6 y 4-6.

 

 


¿Hay algún juez que no puedas ver, que no querés que te arbitre más?

No se usa en el tenis, no es como el fútbol. Con algunos digo “uy, me toca con este…”, pero no son muchos. Por suerte son pocas veces que me pasa, jaja.

Cada vez que lográs algo importante, en las redes aparecen los comentarios de la gente que dice que sos argentino y yo tengo muy claro tu sentimiento al respecto pero te quería preguntar si tenés algo para decir a esas personas…

Tengo mi madre uruguaya y mi padre argentino, y siempre jugué al tenis por Uruguay, me siento 100% uruguayo. Viví 10 años en Buenos Aires por razones obvias, dado que era mejor entrenarme allá y sigo yendo. Cada vez me cuesta más ir, me encanta la vida acá en Uruguay, en Montevideo. Estoy fascinado con mi vida en Uruguay, mis dos hijas son uruguayas, mi mujer también, así que siempre me sentí uruguayo. Lo he escuchado lo que me decís, no es algo nuevo para mí, pero no me molesta ni me quita el sueño. Para mis colegas en Argentina y en el resto del mundo soy siempre “el uruguayo”.

 

Alegría: la pesca, una de las pasiones de Pablo Cuevas.

 

Además del tenis te gusta mucho el surf, ¿hubo alguna vez que te hubieras ido a surfar en vez de jugar al tenis?

Si, a ver, me encanta jugar y viajar, pero después de hacerlo tantos años y con obligaciones de horarios que otros te ponen. A veces estoy seis o siete semanas afuera y llego acá por 10 días y me tengo que ir, y me gustaría quedarme 20 y más si se que vienen olas, o para estar con mis amigos y la familia. Pero hablando puntualmente del surfing, me encantaría agarrar la tabla más seguido, mismo en viajes que son lugares espectaculares como Australia. Pero es un Grand Slam, hay que jugar a cinco set y no puedo distraerme o dar ventajas. En algunas veces me quedé dos o tres días después del torneo, entre Indian Wells y Miami lo he hecho, ahí por la zona de Los Angeles. Me he tirado a surfear en lugares increíbles: Nueva Zelanda, Biarritz, San Sebastián, Estoril, en Portugal. Pero muy poquito, nunca me he quedado muchas horas en el agua. Tengo pendiente el día de mañana cuando deje esto, tomarme un añito tranquilo o dos, viajar con la familia y algún grupo de amigos a surfear, con cero stress y que sea solo disfrutar de las vacaciones y las olas.

¿Sos de seguir los campeonatos?

No soy un loco que esté atento a seguir un campeonato o los rankings de surf. Es un deporte que independientemente del nivel, siento que el número 500 lo puede disfrutar igual o más que el número uno. Me parece que el estilo y el disfrute de estar en el agua, incluso sin correr una ola es algo muy personal. Simplemente tirarse al agua y tomarse unos mates después, o la previa y la salida, quedarse un rato mirando el agua. No soy un gran seguidor de los surfistas, si me preguntás nombres de los internacionales se dos o tres, a los de acá los conozco un poco más, de hecho he compartido algunos momentos en el agua.

***Ping Pong con los Cuevas***

 

Una foto encantadora: Alfon y Clari, junto al guitarrista de los Rolling Stones, Ronnie Wood. Foto: Clari Ruiz

 

Un deportista uruguayo.

Forlán.

Una meta por cumplir.

Clari grita: “Casarse conmigo y tener un varón” (risas).

Pablo: Irme a vivir a Punta del Este.

Nadal y Federer

Totalmente distintos, admirable lo de Rafa, las ganas que tiene, el hambre que tiene. Lo conozco bastante y lo admiro. Y Roger es muy fácil de simplificarlo: es la perfección del tenis. Un tipo que se mueve, le pega, hace todo fácil. Es espectacular.

Un triunfo que te marcó.

La victoria con Roddick en Estados Unidos me encantó, porque fue fuera del Uruguay, jugando contra un local y en la cancha se sentía (sumado a un montón de latinos) el aliento de los uruguayos que coreaban por Uruguay. En ese momento Roddick estaba 6 del mundo y era el campeón defensor del torneo, en 2011. Ese triunfo me quedó grabado.

Un lugar en el mundo.

La costa uruguaya.

Alguien que te gustaría conocer.

Por lo que generan y nunca tuve contacto, con los Rolling Stones.

La familia.

Me cambió la vida. Disfruto mucho más de los viajes cuando me acompañan. Se me hace mucho más llevadero y me olvido mucho más rápido de las derrotas. Acá me cambió mucho la vida, estoy muy contento y lo disfruto día a día.

Una música que te motive.

El rock.

No podrías vivir sin…

Sin mi familia y sin la libertad de salir y poder ver el agua, disfrutar la naturaleza.

Un deseo.

Me gustaría tener una vida muy tranquila, disfrutarla con la familia. Ver a mis hijas felices en lo que emprendan, que sean felices en lo que hacen y que sientan que el papá y la mamá fueron lo que ellas soñaron.

Clari: Basta que me voy a poner a llorar…

 

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